El estudio, difundido en la última edición de la revista "Nature", fue realizado desde 2004 por científicos de 57 laboratorios y empresas de 14 países y logró descifrar la secuenciación del genoma completo.
El informe describe la estructura del genoma, lo cual permitió elaborar hipótesis sobre su evolución, y entender por qué hoy el tomate es un tomate y no una papa, u otra especie intermedia en términos evolutivos.
"Lo novedoso del trabajo es que, además de la secuencia del genoma, también intenta explicar cómo funcionan ciertas porciones del mismo, por ejemplo los genes que le dan el color o la forma a los frutos", destaca el jefe del equipo investigador argentino, el biólogo Fernando Carrari, que pertenece al Laboratorio de Genómica Estructural y Funcional de Solanáceas del Instituto de Biotecnología del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
El equipo argentino descifró el genoma completo de la mitocondria, una de las partes de la célula, formada además por el núcleo y los cloroplastos. Cada una de estas partes posee diferente información genética que, en conjunto, conforma el genoma de la célula del tomate.
Sus pruebas les revelaron que estos genomas son muy dinámicos y puede haber intercambio de ADN entre los distintos compartimentos, como pasar de la mitocondria al núcleo o viceversa, por ejemplo. Ahora, quieren saber qué consecuencias tienen esos movimientos para el funcionamiento de las células, según sostiene un comunicado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
También se investiga cómo funcionan los genes involucrados en la producción de vitamina E. "Si bien el tomate no aporta demasiada, esa cantidad se podría aumentar si conociéramos cómo se regula la producción de esta vitamina", destacó el biólogo.
"Como el área de origen de esta hortaliza es América, desde México hasta el norte argentino, es muy importante que este tipo de esfuerzos se realicen en laboratorios locales y regionales, porque para poder explotar racionalmente los recursos genéticos nativos es preciso, primero, conocerlos en profundidad”, remarcó Carrari.
En Argentina es la segunda hortaliza más consumida, después de la papa. Se consume un promedio de 12 kilos de tomate procesado por año y unos 25 kilos de tomate fresco. Se destinan 17.000 hectáreas a su cultivo en el país.
"Las prácticas del cultivo han llevado a buscar en poco espacio mucho rendimiento, sin atender el sabor", alertó Carrari.
Fuente: www.elpaís.cr
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